Si pensamos en el tarot y el mito universal del camino del héroe ambos tienen algo en común: su esquema conduce a la evolución de la conciencia. El tarot, a través de sus veintidós propuestas energéticas y de los arquetipos que simboliza, el camino del héroe por medio de las distintas etapas que eventualmente llevan al individuo al encuentro con su ser, su self o sí mismo.
Según Sallie Nichols en su libro “Jung y el Tarot” podríamos ordenar al tarot en tres secuencias que en realidad son tres etapas, tres niveles de conciencia con sus consecuentes obstáculos y situaciones a experimentar.
El primer nivel estaría comprendido entre El Loco y el Carro. El camino del tarot se inicia con El Loco, el representa al caos primigenio que describen los mitos cosmogónicos. De la nada surge el todo. Es el universo en expansión, la multiplicidad de oportunidades. Sin embargo, es necesario que esta energía dispersa encuentre un cauce, y lo “no manifestado” su envase, su vehículo. El Mago va a ser el encargado de realizar esa tarea. Desde el punto de vista mitológico podríamos asociar a El Mago con el primer dios que surge de lo nada y “ordena” con su poder mental la creación. El se relaciona con el poder de la mente y la capacidad para unir cielo y tierra, para manifestar en la materia aquello que fue pensado en otra dimensión. Luego vamos a encontrarnos con La Sacerdotisa, la intuición, Budhi, la Gran Madre Universal que viene a complementar la tarea de El Mago. A continuación La Emperatriz, la Madre Terrenal que va a hacer pareja con El Emperador, el Padre Terrenal. Luego el Hierofante, el guía, el maestro, el representante de dios en la tierra.
Si lo comparáramos con el camino del héroe esta etapa se correspondería con la etapa de instrucción o educación del héroe. En los mitos el joven héroe vive rodeado de los suyos, guiado por algún maestro espiritual. Crece sin conocer a su padre aunque en su fuero interno intuye que es un ser especial, semi-divino, en definitiva presiente que su verdadero padre es un dios. Esta hilera de arcanos representa a los arquetipos en su estado más puro, no está todavía aquí la huella del drama humano. Esto recién se podrá apreciar en el arcano “Los Enamorados” o “El Joven Enamorado” como prefiero llamarlo. Aquí se plantea un problema, una decisión a tomar, un camino a elegir. Surge la dualidad.
Es lo que J. Campbell en su libro “El Héroe de las Mil Caras” denomina “el llamado del héroe a la aventura”, Cupido dirigiendo su flecha es el alma del héroe marcando el camino a seguir, es el momento de dejar la comunidad, lo cómodo, lo seguro, en definitiva el mundo de la “madre”, lo regresivo y salir en busca de su destino solar. En el arcano de El Carro ya la decisión fue tomada y el héroe se lanzó a la aventura. Termina así la primera etapa del camino y comienza una nueva. El Carro marca entonces este pasaje.
La segunda hilera está comprendida entre La Justicia y La Templanza, será el momento de las prue bas, el tiempo en que el héroe deberá enfrentarse a sus” ogros y dragones”, sus miedos, los aspectos regresivos de su psiquis, su propia “sombra”. En esta etapa vivirá una “iniciación”, deberá morir para luego resucitar a un nuevo estado de conciencia.
En la última hilera (incluye a EL Diablo y concluye con El Mundo), el héroe deberá integrar definitivamente sus aspectos oscuros. Se pone en juego aquí la última gran prueba. Es lo que Campbell llama cruce final, el regreso del héroe, el momento en que puede perderse todo lo ganado hasta el momento: la conciencia del héroe, su razón. El puede sucumbir en su tarea, caer en la locura, o simplemente no desear regresar. Ese estado de conciencia está representado en el tarot por La Luna. Una vez superado este trance el héroe se ilumina y así regresa transformado a su comunidad para devolver sus dones. Los últimos tres arcanos reflejan esta etapa final: El Sol: el triunfo de la luz sobre la oscuridad, El Juicio: la resurrección y la reunión con el opuesto complementario y la propia sabiduría, y El Mundo: el acceso al self, la plenitud total.
1 comentario:
Publicar un comentario